jueves, 15 de julio de 2010

La Nueva Empresa de Pandora (y 2)

(Viene de "La Nueva empresa de Pandora 1")

También se acabaron los tiempos para los empleados con “trabajos chollo” donde parecía que nadie nunca se iba a dar cuenta de que, hicieran lo que hicieran (y que desde luego, era poco), la empresa los mantenía en una especie de reto suicida, intentando descubrir hasta dónde era capaz de llegar su pérdida de competitividad y lo peor de todo, contándoselo a los demás y dando por sentado al más puro estilo “Dioni”, que en nuestra actual y a veces absurda sociedad, iba a ser premiado por ello. Por cobrar sin apenas trabajar (¡”diomío” de mi vida!).

La actual economía, no la de los teóricos reconocidos, ni la de la dogmática Universidad, ni la de los masters con sus miniordenadores repletos de conectividades y recetas nuevas y fantásticas, necesita actuar sobre la cruda realidad que tenemos delante de nuestras narices, olvidándonos de las estructuras convencionales establecidas por una inercia a las que el libre mercado (libertino, diría yo), nos ha llevado a dar como buenas sin serlo. A las pruebas me remito.

La actual empresa, no puede ni debe pensar en estructuras incapaces de poderse reducir a la misma velocidad que las ventas si los mercados cambian y desde luego, requiere un nuevo marco laboral donde tanto el buen empresario como el buen trabajador, puedan diferenciarse de los que no lo son y que ahora, al disiparse la niebla de la bonanza económica, han quedado al descubierto mostrando sus vergüenzas al mercado, cuando las cosas no van tan bien.

No puede plantear sistemas fijos de remuneración donde el salario crece simplemente con el paso del tiempo independientemente del rendimiento que seamos capaces de aportar a la cuenta de explotación. La actual situación ha destapado además un coste latente de indemnización por despido, que nunca fue provisionado ni previsto en ningún presupuesto conocido y que en este último año, ha dado al traste con la única posibilidad de supervivencia de algunas de nuestras maltrechas empresas, que sí hubieran tenido alguna posibilidad de supervivencia con otra estructura, con otra mentalidad. Al final, todos a la fila del INEM. Genial!.

Además, cuántas compañías están en situación real de concurso de acreedores o de reestructuración del Capital Social por desequilibrio patrimonial (conocido o en el peor de los casos, no) y no lo quieren asumir de una vez por “miedo social”, hasta que la situación es insostenible y se llega de forma casi automática a la liquidación del negocio?. Y qué pasó con la responsabilidad de administradores desconocida para la amplia mayoría de nuestras PYMES, que fuerza obligatoriamente a adoptar estas medidas con mucha más antelación a la que se está viendo?. Creen de verdad que no hay muchas más empresas en esta situación que las que vemos en la prensa o en el juzgado?. Si me hicieran apostar (si no, no), me atrevería a decir que son en realidad más del doble de las que están.

Quién piense además que su actual producto o servicio va a ser su “modus vivendi” dentro de un año, o incluso a los 6 meses, está negando la realidad. Los entornos económicos cambian siempre sí o sí. Y ahora sabemos que además, pueden hacerlo muy rápidamente. Una sola aparición de un ministro o ministra en el telediario comentando un propósito de cambio de ley del gobierno puede poner las ventas a CERO en 24 horas. Asumamos esta hipótesis como cierta y vayamos pensando con el primer café de todos los días en cómo reaccionar de la mejor forma posible ante los cambios, sin esperar al desastre cuando ya nada se puede hacer.

A pesar de todo y sacando a pasear todos los pensamientos positivos y poniendo al máximo el regulador del sentido común, podemos llegar a la conclusión de que esta situación ha de ayudarnos (obligarnos) a tomar valientes decisiones que puedan producir los cambios necesarios para adaptarnos a esta nueva etapa. Aprendamos de una vez de nuestros errores. Ya no caben modelos rígidos de empresa que solo estaban preparados para crecer. Eliminemos todas las inútiles cargas que son lastres en el camino. Busquemos una gestión exquisita. No podemos perder en el “bricolaje” de llevar un negocio, ni un euro, ni un segundo. Si no lo sabemos hacer, contratémoslo externamente. Siempre es rentable.

Planteemos una administración pública súper-eficaz con gestiones tecnológicas rápidas y menos costosa, dándoles el máximo poder para subcontratar a compañías privadas especializadas en determinados servicios que desde luego no entrañen riesgo para la seguridad e integridad el Estado (el que sea, nacional, autonómico o municipal).

Y sobre todo, aprendamos a convivir con la sensación de que no sólo hará falta tener un buen producto o servicio, sino que además será obligatorio gestionarlo muy bien, haciendo planes estratégicos (aunque sean muy sencillos) a medio plazo, que nos permitan evitar una gran parte de las sorpresas que hacen que el riesgo al final, se coma los beneficios por tomar malas decisiones basadas solamente en la intuición y en ser unos “echaos p´alante”.

Reordenemos nuestro lugar en el mercado. Centrémonos perfectamente en aquello que sabemos hacer bien. No generemos estructuras caras y rígidas. Internacionalicemos nuestros productos o vendamos los que más en nuestra zona geográfica. Es lo mismo. Pero intentemos ser siempre los mejores en lo que hagamos.

Pensemos a medio y largo plazo y sepamos que los ciclos se llaman así por eso, porque vuelven otra vez. Ocurrió a principios de los 90 y ahora, otra vez. Cuándo será la siguiente?. Porque haberlo, lo habrá. Estemos preparados y dejemos a los que vengan, un ámbito de esperanza y de respuesta más eficaz para minorar los problemas con los que estamos peleando hoy.

Es posible, que con estas simples recetas fáciles de escribir y no tanto de poner en práctica (sobre todo si no se quiere), podamos soñar en un equilibrio donde la Persona, la Empresa, la Sociedad y el Estado pongan cada uno, la parte necesaria para poder repartir y disfrutar justamente entre todos, la felicidad que se siente al visitar “PANDORA”.

Artículo publicado en Diario del Altoaragón, El Confidencial y Client & Management

lunes, 12 de julio de 2010

La Nueva Empresa de Pandora (1)

Y me refiero al imaginario planeta que James Camerón llevaba cocinando en su mollera desde hace años y que nos muestra tridimensionalmente en su última producción “Avatar”.

Un mundo en el que todo se interconecta con reglas de equilibrio cósmico y donde se intuye una optimista solución simultánea a varias de las encrucijadas con las que llevamos peleando los humanos desde el inicio de los tiempos. La Naturaleza, Dios, el Amor e incluso la Economía, se presentan como ingredientes de un potaje que encajan a medida cada uno en su lugar, dejando una extraña sensación final de que si no mejoramos nuestros niveles básicos de felicidad en la vida real, es porque no nos da la real gana.

Centrándonos en temas menos utópicos y desgraciadamente más fáciles de encontrar en el día a día, recuerdo una pregunta que me hizo hace un año un periodista en una entrevista que recogía mi despedida de la Cámara de Comercio de Huesca, en la que me solicitaba un consejo para empresas que les sirviera para afrontar la crisis. Yo le respondí que las fórmulas, eran básicamente las mismas que cuando todo iba bien, sólo que ahora quien no las aplicase, estaba muerto seguro.

Máxima competitividad basada en mínimos costes de estructura y con posibilidad de variar de la misma forma y velocidad que los ingresos, para lo cual, se requería de una buena gestión con planificación estratégica y presupuestaria que evitase al máximo las sorpresas. Innovación y formación permanente. Marketing adecuado y exquisita selección de los mejores colaboradores en cuanto a socios, empleados, proveedores, clientes e incluso bancos (alguno hay). Y todo esto remojado en un indiscutible mejunje de de HONESTIDAD PERSONAL.

La Honestidad, nos hará ser lo suficientemente sinceros, humildes, legales, solidarios y trabajadores para evitarnos todos los daños colaterales que su ausencia provoca a medio o corto plazo en cien de cada cien casos.

Sinceros, para poder pagar lo que se debe, sin engañar ni incumplir contratos firmados bajo hemorragias de optimismo que han sido la tónica habitual en estos últimos años.

Humildes, para poner en duda permanentemente que seamos los mejores y que ya lo sabemos todo y ello nos haga estar en absoluto estado de alerta, apostando en estrategias de formación e innovación en nuestros mercados, que ya rompieron de una vez todas las fronteras de los atlas que estudiamos cuando éramos niños, globalizándose y que pueden vomitarnos fuera de los mismos en un chasquido, al ser sustituidos de un día para otro, por otro proveedor más barato, rápido y simpático.

Legales, porque si todo el tiempo que se ha perdido en no aprender o en intentar no cumplir la ley (fiscal, mercantil, laboral y a veces la civil), lo hubiésemos destinado a hacer las cosas bien siguiendo los consejos de los profesionales que nos avisaban permanentemente de ello, no hubiéramos incurrido en estúpidos costes de inspección o de arreglo de problemas que al principio no fueron estructurales y que inicialmente no era tan caro ni tan complejo evitar a las buenas.

Solidarios para poder mirarnos al espejo con una sensación de que no todo es generar riqueza material ni posicionamiento social. Porque al final, “la vida es como una carrera en el que el primero que llega, muere”. Y que aunque es imposible arreglar el Mundo entero con acciones individuales, sí que está a nuestro alcance ayudar a personas que todos los estados e instituciones del planeta Tierra decidieron dejar a su puñetera y desgraciada suerte. Algunas de ellas viven en nuestro barrio seguro.

Y trabajadores, porque todo lo anterior solo se consigue arrimando el hombro. Dando toda la capacidad disponible para que nuestro entorno mejore. Y si aún así no alcanzamos los objetivos marcados, al menos podremos disfrutar del atenuante sentimiento de haber luchado como jabatos, en vez del de haber hecho el “gamba” renunciando a ver la realidad, intentando aparentar ante los demás, que todo va bien y comprobando en nuestras hechuras, que aquello de que “las desgracias solo les pasan a los demás”, era tristemente falso.

Estas recetas que son difíciles del encontrar en manuales técnicos de economía, están al alcance de todos. No es preciso tener dos licenciaturas o hacer un caro “master” de gestión de empresas para acercarse a ellas y probablemente a nuestros abuelos les hubiera costado entenderlas mucho menos de lo que a nosotros, porque los tiempos eran otros y las necesidades también.

No nos lo contaron en la facultad, pero hoy, a pesar de la existencia de herramientas para todo, modelos logísticos increíbles, nuevas tendencias “gurús” que pretenden solucionar los nuevos problemas de la actual economía, ya no hay margen en ningún negocio conocido, que no requiera llevar pistola para “vender” y que se encuentre dentro de la finca de lo legal, que dé la suficiente riqueza a su promotor, como para poder sobrevivir con márgenes más o menos seguros por encima del precio del dinero, sin una combinación perfecta de éstos valores humanos con una exquisita gestión empresarial.

Hasta hace poco tiempo ha ganado dinero cualquiera. Muchos (demasiados) empresarios que no sabían (ni aprenderán ya) a hacer la “O” con un canuto, porque los mercados eran suficientemente bondadosos para comprarles hasta a ellos. Y si no, para eso estaba el banco que nos permitía hacernos con casi de todo que realmente no necesitábamos y éramos felices y nos comimos todas las perdices. Lo de encontrarnos con “monos con ballesta” en puestos de responsabilidad de las empresas, ya se ha terminado...

Continuará..

Artículo publicado en Diario del Altoaragón, El Confidencial y Client & Management

lunes, 5 de julio de 2010

Profesionales "Scrat"


Podría poner de excusa a mis hijos todavía niños para deciros que fueron ellos quienes me forzaron a chuparme la peli de dibujos informático-animados “La Edad del Hielo”, pero voy a ser honesto. Me encantan y me encantarían igual aunque no hubiese sido padre, porque sacan momentáneamente el niño revoltoso que llevo dentro de mí.

Voy a hacer referencia a un personaje curioso, “SCRAT” que, por si no lo recordáis, es la fea ardilla que aparece en esa película.

Lo que me gusta de Scrat es su tenacidad y tozudez. Lo centrado que está en conseguir su objetivo. Cómo lucha a saco por lo que cree. Su meta es hacerse con una hermosa bellota que parece tener vida propia y que lleva persiguiendo durante los tres largometrajes que completan la saga.

La ha tenido cerca, la ha llegado a tocar pero aun no ha conseguido hincarle el diente. Pero él, dale que te pego luchando contra pirañas, precipicios, e incluso renunciando a su única oportunidad de amor en un prehistórico escenario, para seguir a lo suyo. A por la bellota de marras.

Permítaseme esta aparente desconectada introducción para comentar cómo se echan de menos ”profesionales con mentalidad Scrat” en la empresa de hoy día.

En la actual situación, ha quedado evidente en muchos casos la falta de “chicha” personal y profesional con la que afrontar los problemas con los mínimos requeridos para apagar estos fuegos.

Un amigo empresario me decía hace unos meses que acababa de descubrir cómo de repente el Director financiero era incapaz de encontrar financiación y que el Director Comercial llevaba meses firmando “uno o ningún” pedido y que sólo le faltaba que cualquier día de estos descubriese que “Evelyn”, la señora de la limpieza, también se olvidara de cumplir su objetivo de dejar como una patena la oficina.

Está claro que estos pasados ejercicios han producido una debilitación de las defensas y un estilo de lucha más cómoda, que permitió desarrollar otros negocios como el Golf o el Paddle, llenando el tiempo que pensábamos era libre, porque no nos la veíamos venir así de gorda y de ácida.

Y a la hora de buscar colaboradores de lo que fuera para determinados proyectos, aceptábamos casi a cualquiera que estuviera disponible, que no tuviera mala pinta y que no la hubiera liado en el “feisbuk” o el” tuenti” colgando fotos de sus hazañas en su última despedida de soltero.

Qué ocurrió con aquellos luchadores de hace unos años, que salían de la facultad o de donde fuera, corriendo cuchillo en boca a coger cualquier oportunidad laboral que tuviera que ver con un despacho, aunque fuera para hacer cafés y fotocopias?.

No se conocía la expresión “contrato basura” porque a veces, no había ni contrato. A veces, ni siquiera basura para sacar al cubo, pero era lo mismo, porque había que demostrar que se era útil, currando como nutrias esperando la crecida, soñando que alguien dijera algún día “ven aquí chaval que te voy a hacer un contrato”.

Tanta sobra y tanto valor añadido ficticio en los mercados, ha producido un cambio en la clase directiva y ejecutiva que acude al psicólogo para paliar esta nueva enfermedad social.

Ya es triste descubrir lo que les pasa a los negocios que no apostaron por la calidad total o por estrategias de innovación, marketing y formación continua. Los clientes supervivientes abandonan a estas empresas primero y de repente hemos decidido (demasiado tarde en la mayoría de los casos), que es mejor hacer bien las cosas.

Redescubrir al CLIENTE (aunque sea otro nuevo), darle valor a la planificación y al dinero que ya no es fácil ni de ganar, ni de que lo presten, porque ahora hay menos bolsillos a los que recurrir y los que quedan, están mucho más vacíos.

Qué fácil se gestionaba con ventas seguras, con margen amplio y con financiación casi forzada por nuestros amigos (hoy ya no tanto) directores de oficinas bancarias. Qué maravilla arreglar a golpe de talón lo que históricamente se hacía con previsiones ajustadas, con “Biusnes Plan”, que, además de diseñar, había que cumplir porque si no, te jugabas el puesto.

Pues bueno. Ahora es un buen momento de mantener la calma. Analizar la situación. Plantear nuevas alternativas aunque sean dolorosas. Desempolvar esas arcaicas herramientas de pensamiento de lapicero en la oreja, afinar las previsiones, buscar todos los precontratos y proformas disponibles para osar a acercarnos a uno de los bancos (los mismos bancos) a que nos digan si apuestan con nosotros y un “ICO”. Y todo esto, sabiendo que de repente la autonomía de una sucursal de barrio ha desaparecido para que la decisión de prestar o no, se tome tres pisos más arriba en el organigrama banquero.

Volvemos al pateo de búsqueda de diferentes opciones de viabilidad que además de ser económica, ahora lo ha de ser FINANCIERA.

La parte buena? la hay. Por supuesto. Nos estamos acercando por obligación a fórmulas “menos mediterráneas” de generar negocio. Más basadas en términos de rentabilidad, de escuchar los mensajes que nos lanza este nuevo mercado y todo ésto, ajustado además al porcentaje de “pulmón real” que seamos capaces de aportar de nuestro bolsillo en el proceso de arranque de un proyecto.

Esta situación nos hace trabajar mucho más y mejor. Haciendo mejores planes, jugando con simulaciones de todo, cerrando previamente todas las colaboraciones necesarias y dejando un margen mucho más pequeño para el error.

Probablemente se creen menos empresas, pero las que lo consigan con las actuales restricciones del mercado de la demanda y el financiero, nacerán con muy altas probabilidades de sobrevivir en el futuro.

Y en cualquier caso, para conseguirlo, sería maravilloso recuperar la tenacidad, capacidad de lucha y sacrificio que “Scrat” demuestra en su persecución de la bellota. Animo!.

jueves, 1 de julio de 2010

Sentido "Común-nity" Manager

Hace unos días tuve la ocasión de acudir a unas jornadas de "Community Manager", que Ayanet Formación tuvo la feliz idea de organizar, agrupando en cuatro sesiones el trabajo y la experiencia de los ponentes Miguel Angel Martín y Enrique Jarné.

Trucos, reglas, instrucciones más o menos concretas, que ya los "profes" avisaban que no son "mano de santo" en todas las ocasiones. Mucho menos además, teniendo en cuenta su aplicación en diferentes empresas y que desde luego, pueden volverse en contra del objetivo perseguido, si no se manejan con el debido cuidado.

Entre medias, el amigo "Vicetecnólogo del Gobierno de Aragón" Fernando Beltrán, la sorprendente Ana Santos (Eventosfera) y un David Pascual brillante (Natinnova), en palabras contadas pero muy compactas, dejaron claro que al campo de la tecnología y sobre todo al de los nuevos mercados, no se le pueden poner puertas y que el Community Manager ha de contar con el apoyo de los estrategas, la dirección, los jefes de producto y todos los que puedan aportar claves sobre la empresa y los productos a "promocionar" en la red.

Y todo esto viene a cuento del título de este post, ya que, tras escuchar a los que saben más y que además llegaron los primeros a este jardín, he tenido la terrible sensación de vértigo que se tiene cuando uno se da cuenta de que al final, como todo, el manejo útil de las Redes Sociales, requiere de un Sentido Común a prueba de bombas.

Nadar entre pececitos de colores y pirañas en una misma "pecera 2.0", cuando tienes cara de comida, se antoja un cometido complicado si no sabes usar las reglas básicas de la lógica, ya no entendidas en términos aristotélicos sino estadísticos.

Es decir, si la mayoría de la gente de la red, decide responder positivamente ante un estímulo producido en la misma por el community manager, guay!. Pero si por el contrario, lo que provoca es que la peña se desmelene sincronizadamente en contra, ya se puede preparar el menda y la marca a la que pretendía posicionar, porque le pueden venir dadas las leches a todas las caras.

Es por ello que, como en todas las disciplinas y desde luego en las nuevas como ésta más, se tiende a elaborar unas metodologías que pretenden conseguir que los que las aprendan y además sepan ponerlas en práctica, triunfen en el marketing de "última generación", aunque no dispongan de una elevada dosis personal de sentido común.

Con esta opción, conseguiremos sumar "normas" más o menos probadas que se podrían agrupar en asignaturas y estas a su vez en cursos, títulos universitarios o en masters de postgrado. Si la carrera de "Programador de Videojuegos" ya ha nacido, no veo motivo alguno para que la de "Community Manager", no lo haga también.

En cualquier caso, sacando buenas notas o no, quien se quiera dedicar a ésto, tendrá que sufrir el vacío de esa regla que siempre se queda fuera del manual y que el "joputa de Murphy" nos pone en la frente casi a las primeras de cambio y entonces tendremos que sacar rápidamente de nuestro zurrón el Sentido Común. El que lo tenga, claro!.

Así que relajémonos. Aprendamos cuanto podamos con jornadas como las de Ayanet. Apostemos por una versión que presupone que disponemos de ese Sentido Común (no he conocido nunca a nadie que sospeche que no lo tiene) y comprobemos si los puñeteros Resultados, que al final son los que mandan en las empresas, nos dan la razón...o no.